jueves, 25 de septiembre de 2008

La tijerita

Una hermosa mirada celeste inocente me despertó esta manana desde el rostro de mi pequeno Genaro.
Casi entre suenos noté algo diferente en su carita de muneco.
Con el pelo recién peinado descubrí que le faltaba el flequillo, e inmediatamente vi que también le faltaban unos cuántos mechones más.
Sin percibir que se trataba de una travesura,me contó que se había cortado el pelo porque le molestaba.
¨Saqué la tijerita de la cartuchera, me metí debajo de la mesa para que no me molestaran y me corté donde yo quería¨.
Como no es la primera vez que mis hijos son sus propios peluqueros no me asusté demasiado, mas bien me causó mucha gracia verle la cabeza toda recortada como si fuera un papel glacé.
Pero lo que más me impactó fue la convicción con que Genaro me explicó su toma de decisión.
Acto seguido, volvió a sacar la tijerita azul casi sin afilar de su cartuchera y comenzó nuevamente la lluvia de rubios cabellos sobre sus hombros ante mi mirada cómplice y risuena.
¨Cada vez que me crezca y me moleste me lo corto¨ sentenció Genaro.
La verdad que rescaté su habilidad para resolver un problema por si mismo, su inexistente y beneficioso criterio de la estética, su sentido de la practicidad, y el ahorro de tiempo y dinero para ir al peluquero.
Para la envidia de su papá, a quien le quedan pocas chapas,en el próximo corte guardaremos los cabellos para hacerle unas extensiones.

lunes, 22 de septiembre de 2008

SEIS HIJOS

La lamentable noticia de la muerte súbita del bebé de la famosa cocinera Maru Bottana me llenó de tristeza.
Cualquier niño, cualquier familia golpeada por la muerte de un pequeño de seis meses, seguramente nos embarga de una sensaciòn especial.
Era una familia hermosa, se los veía felices, llenos de proyectos, con ganas de màs nacimientos,eran lindos, rubios,bien alimentados...
Tenían todo para estar bien, el inicio de un programa de televisiòn de Maru, publicidades, invitaciones para esquiar y salir en las fotos de las revistas.
Pero la tragedia les llegó donde más les podía doler.
Y además se sumaron a la desgracia los fáciles dedos acusadores.
Fàcilmente se sumaron las hipòcritas voces que a la dolida familia le agregaron el juicio y el castigo.
Como si ninguna de nosotras como madres, como padres, nunca hubiésemos dejado a nuestros pequeños en las cariñosas manos de una abuela, de una tía o de una empleada.
Y no sólo para ir a trabajar, también en alguna ocasión para salir a pasear, ir a un cumpleaños o reunirnos con amigos.
Y no pasó nada.
Y cuántas otras veces, nos pasó a nosotros o a otros que conocemos que en sus propias narices sufrieron accidentes domésticos que pusieron en riesgo la salud y hasta la vida de los màs pequeños.
Dios les traiga paz a esa familia que no conozco más que ustedes, por las ricas recetas de tortas que nunca cocinè o por la publicidad de jugo que sí consumo.
Dios les de también la posibilidad de no escuchar tanta acusaciòn fácil, que con el propio dolor han de tener suficiente.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Cuatro cinturones

La aplicación de la Nueva Ley de Tránisto en la Provincia, nos ha traído una complicación extra familiar.
Después de mucho andar en viejos usados, este año logramos cambiar el auto por un 2008 - el que ya fue bautizado en su frente por Raúl- pero por suerte sólo fue chapa.
El tema es que en el asiento trasero hay sólo tres cinturones, como ocurre en la mayoría de los autos, y nuestros cuatro chicos no podrán subirse sin tener que pagar la multa respectiva.
Las escapaditas familiares a las sierras serán impensadas ahora, salvo, que como sugirió Genaro, se tome una pastilla de "chiquitolina" o lo escondan en el baúl, como rápidamente indicaron sus hermanos.
Como es el más flaco, es el más apto para ocultarse.
Por un atajo de tierra llegamos a la escuela, pero la verdad que frecuentamos la circunvalación para llegar a la casa de la tía Marcela, o del abuelo Lewis.
Sin dejar de pensar en la seguiridad que da tener a los chicos "atados", deberemos buscar una solución para poder seguir viajando en familia sin tener que dejar a uno de los pequeños en el camino.
Como verán, las viejas estancieras cotizarán en alza en el mercado del usado, ya que con algunos arreglitos y anexando cinturones pasarán a ser el auto elegido por las familias numerosas.
A partir de ahora, en el momento de elegir un auto, más que ver si tiene las cuatro ruedas y el motor, habrá que cerciorarse de que tenga los cinturones necesarios para todos los integrantes de la familia.
El perro, también deberá ir atado?

jueves, 11 de septiembre de 2008

SARMIENTO SIN HIMNO

Los 11 de setiembre tienen para mí una nostalgia especial.
Como mi mamá fue maestra, ya de grande pude entender que esa fue una vocaciòn con la que nació, vivió y murió.
Comenzó sus días como ayudante en el colegio de Sobral, su vanguardista Rivadavia, pasando por sus primeras clases en un campo de Silvio Pèllico.
Entonces era muy jóven y con una pequeña valija esperaba que los viernes no lloviera o no parieran las vacas para que los Conrero pudieran llevarla hasta el pueblo más cercano y desde allí poder llegar a Villa María.
Con un poco de derecho de piso pagado, logró un puesto en Pasco, donde vivía en la casa de unos familiares de su amiga Lida.
Después, ya casada logró un traslado a la nocturna de Oncativo.
Los alumnos eran más grandes que ella y más malevos que el jóven esposo que cada noche la esperaba en la puerta.
De allí a la General Paz, pasaron otras suplencias, pero su vida transcurriò en "la escuela más grande y más popular", como le gustaba decir.
"Aquí vienen los hijos de los médicos y de los obreros", insistía orgullosa ante quien la quisiera escuchar.
Del aula, previos concursos, pasó a la vice, y a la dirección de la escuela.
Y nosotros, como familia, transitamos cada una de las baldosas del nuevo salón de actos que se hizo a fuerza de rifas, empanadas y festivales, o actuamos en cada una de las Fiestas de la tradición que se hacían durante nuestra primera infancia.
También comimos, vendimos, y servimos, los locros invernales que con la misma solidaridad de cada año preparaba Giyo Buompadre.
Con el mismo entusiasmo porque la tendríamos más tiempo con nosotras disfrutamos el día que se jubiló.A partir de entonces supimos que siempre seguiría siendo maestra.Mejor dicho, Directora.Por esto, y porque mi casa era una sucursal de la escuela, y porque cada maestra era alguien familiar y porque puedo recordar a cada una, con sus anécdotas y sus historias.
Porque su rectitud y enseñanzas quedaron plasmadas en una generaciòn de docentes y de alumnos que pasaron por esos años por la General Paz.
Por esto, y por mucho màs, es que cada 11 de setiembre,me preparo para ir al acto del Día del Maestro, para honrar a la mía, y a cada una de las que me tuvieron en sus aulas.
Pero este año el acto, tuvo un sabor amargo.
Con los pañuelitos descartables en la mano, listos para secar mis làgrimas de emociòn, en este Día del Maestro, No cantaron El Himno a Sarmiento.Con un nudo de emociòn contenida, y con un ramo de frescas flores en las manos, nos subimos al auto con mis cuatro hijos, nos fuimos al Parque del Sol donde está mi mamá, y como un acto de desagravio le dejamos las flores, y cantamos en un coro desafinado el Himno olvidado.