ALFONSIN EN PRIMERA PERSONA
Para muchos de nosotros, Raúl Alfonsín ha significado mucho más que el recitado del Preámbulo de la Constitución o las pintadas con su nombre en las paredes inertes del 83.
Alfonsín encarnó la primera participación en política, en los centros de estudiantes, en los comités, en los centros vecinales, en esos lugares que desconocíamos los que votábamos por primera vez.
Y significó también levantar las banderas de ciudadanos, de la república, de la solidaridad y del compromiso.
Alfonsín fue el inicio de la militancia juvenil, de las discusiones ideológicas, de llenar las calles en los actos, de juntar las manos a la altura de nuestro corazón y de tener utopías de un país mejor en un mundo mejor.
Alfonsín pudo convencernos de que “Con la democracia se come”, “Con la democracia se cura” y “Con la democracia se educa”.
Aunque no alcanzó con “un médico por aquí” para poder sanar a la agónica Argentina.
Fue Alfonsìn por quien participamos en los festejos de los 100 días de la democracia, por quien conocimos que en Chascomús había una laguna y que él tenía una esposa que se llamaba María Lorenza y una mujer que se llama Margarita.
Fue Alfonsín quien nos unió en nuevas amistadas, en nombre de quien buscábamos sumar voluntades antes de cada elección, y fue, desde el afecto, quien le prestó su nombre a muchos de los nacidos con la recuperación de la democracia.
Fue Alfonsín quien representó una nueva manera de hacer y de vivir, nos enseñó que el “gorilismo” no sumaba, que las ideologías se respetan, y que en una misma mesa se pueden sentar los que piensan diferente.
Muchas páginas se escribirán por estos días recordando al estadista, al presidente, al demócrata, con sus aciertos y sus errores.
Pocos se acordarán de cuando se avergonzaban de conocerte y te negaban tras haber gozado de las mieles del poder.
Estas, simplemente, son las líneas de alguien que, como muchos jóvenes del 83 pintaron paredes con tu nombre, te siguieron en cada acto donde hablaras, difundieron tus ideas, te pusieron el voto en la urna, y lloran tu partida, como la partida misma de sus ilusiones.
Por “la prepotencia de trabajo” que nos supiste inculcar, por la honestidad, por la democracia, por los viejos que se sintieron nuevamente jóvenes con tu aparición, por las banderas que nunca arriaste, por las que te obligaron a bajar…
Por los amigos que me dejaste y que te seguirán respetando y queriendo, por las arrugas de tus manos, por tu bigote “mostacho”, por tu mirada sincera, por dejarnos sin voz de tanto gritar tu nombre, por la alegría del triunfo, por la tristeza de la derrota, por las ilusiones vigentes y por las que pudimos cumplir, simplemente Gracias y hasta siempre, mi querido Alfonsín.
martes, 31 de marzo de 2009
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5 comentarios:
Adhiero a tus agradecimientos. Vos sabés que hay una época de nuestra vida que siempre nos recordará unidos. Y en esa época, estaba el viejo entre nosotros. Fue para bien, para mucho bien.
¿Que tal María Eugenia?,estas pocas lineas son para decirte que lo que escribiste me trajo al presente varios recuerdos de la "buena gente", esa que pensaba que el diálogo y el concenso es posible, primero con los adversarios, despues con los que adhería al proyecto que encarnó Alfonsín; sin fantismos, con honestidad y consecuencia,estabamos convencidos de la Democracia, heramos democrátas ¿seguiremos siendolos?, esta partida también nos desafía a respondernos esta pregunta.
Siento junto a vos lo que significo una época para todos nosotros y me alegro que sigas siendo "la buena gente" de siempre.
Un abrazo
Manuel
María Eugenia, muy sentidas y lendas palabras.
Beso
Hola María Eugenia!!! Mi nombre es Cecilia Fantini, hicimos juntas el curso de periodismo digital, por eso recibo siempre tus mails y visito tu blog. El texto sobre Alfonsín me pareció bellísimo!!! Yo nací con la democracia, por lo tanto soy bastante inconciente de lo que pasó por aquellos años, sólo conozco por lo que uno puede leer o interiorizarse, pero tu escrito me mostró mucho más que un pedacito de historia. Gracias por compartirlo...
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